sábado, 2 de abril de 2011

Lunes 28 de Marzo de 2011

Después de una semana en Melbourne con la primera carrera de este nuevo y de momento tan imprevisible mundial, tocaba descansar y recargar pilas y que mejor manera que la de quedarse otra semanita en Australia, este magnifico sitio.

Durante la pretemporada ya hablamos de la posibilidad de quedarnos aquí en vez de la paliza de regresar a casa y en poquitos días volvernos a pegar la paliza de avión para volver a Malaysia. Pero al final como sucede siempre todo queda en buenas intenciones que al final no se materializan. Habíamos hablado de quedarnos aquí unos cuantos de la prensa, Jacobo, Nira, Jaime de “El Mundo”, Alba de “Hispania”, Andrew se lo había planteado pero al final nada…. Vamos que había previsto un tour de unos cuantos para visitar el país pero al final se fueron cayendo uno a uno por diversas razones y al final cuando me di cuenta estaba yo solo para quedarme.

La verdad es que al principio me lo planteé pero pensé que no se cuando iba a tener la posibilidad de venir a Australia de vacaciones. No es un sitio que este muy a mano digamos así que al final tire “pa´lante” y me quedé yo solo.

Bueno con una excepción. Como el lunes la gente regresaba muy tarde a casa organizamos una excursión a uno de los sitios que yo tenia pensado visitar en un par de días. La Great Ocean Road y los Doce Apóstoles.

Mi idea era hacer la ruta en un par de días y siguiendo una magnifica ruta que me había propuesto mi amigo Ignigo poder visitarlo tranquilamente. Incluiría Phillip Island que era un sitio para aprovechar a ver naturaleza y un espectáculo natural con los pingüinos.

Cuando lo mire me pareció interesante pero después de hablarlo con unos cuantos me lo desaconsejaron porque me dijeron que se había convertido en un sitio atrapa-turistas y que era todo muy artificial, así que mis dos jornadas se redujeron a una sola con una visitar muy rápida a la carretera del océano y los doce apóstoles.

Mis compis se apuntaron a la excursión así que tempranito nos juntamos los cuatro “mosqueperros” Molina, Gon, Andrés y yo para empezar el viaje.

Sorprendentemente todo el mundo apareció puntual, se notaba que no íbamos a trabajar y nadie se hacia el remolón. Asi que a eso de las ocho y media de la mañana emprendimos el camino. Lo primero que hicimos fue hacernos con un GPS de Australia que Gon se descargo en su Iphone, habíamos sacado unos mapas y rutas el día anterior pero toda precaución era poca.

Salimos del hotel de Melbourne con una primera parada programada en un pueblo costero llamado Queenscliff. Donde había un faro famoso y que me habían recomendado ver. Llegamos hasta allí mas o menos bien, sin contratiempos y aunque en el cielo no  lucía un día espectacular la temperatura era muy buena.

El sitio era muy tranquilo, no había prácticamente nadie; unos pocos escolares jugando en la arena y un par de jubilados con mucho tiempo libre.



El sitio era de postal y después de un paseíto por allí continuamos camino.

Siguiente parada un pueblo surfero llamado Torquay. En ese sitio nos habían dicho que había un museo de Surf y que dentro de sus instalaciones había una oficina de turismo que te informaba perfectamente de toda la “Great Ocean Road”. Y así fue, seguimos las instrucciones de nuestra camarera franco-española Lola y fuimos a recoger toda la información. Nos detallaron toda la ruta y donde parar para ver lo que queríamos. Nos atendió  una mujer a la que la dijimos que teníamos solo un día y que queríamos ver Canguros, Koalas y los Doce apóstoles básicamente, vamos que no teníamos mucho tiempo. Ella con toda su buena voluntad nos dijo que sí y nos saco un montón de papeles donde ver las cosas. Mientras me contaba la ruta el cabr.. de Gon no hacía mas que replicar en castellano a todo lo que decía la mujer y decirle que no teníamos tiempo para tantas cosas. Decía algo asi como “concreta”. Claro al resto nos entraba la risa que teníamos que aguantar y como no paraba y le tenia al lado le cayó alguna que otra patada para que parase y Molina también le castigó un poco el hígado para que se callase, pero ni aún así.

Aguantando la risa nos lo explico todo y emprendimos camino a nuestro primer objetivo ver Kanguros en su habitat natural, nada de en un zoo. Para eso nos teníamos que dirigir a un pueblo llamado Anglesea.
Pero de camino vimos en la carretera unas vistas espectaculares del mar y tuvimos que parar. Las vistas eran maravillosas, el tiempo se había despejado, la luz era bonita, el azul del mar se mezclaba con el del cielo. 

Vamos era algo así como el paraíso. Allí estuvimos un rato haciendo fotos.


Incluida una con nuestra mascota “Melbourne”. Un kanguro de peluche que le compro Molina a su chica, pero que los primeros que disfrutamos de el fuimos nosotros.

Continuamos camino porque el tiempo apretaba y teníamos aun 400 kilómetros por delante.

Cuando llegamos a Anglesea, fuimos a tiro echo. Nos dijeron que en el club de golf podríamos ver Kanguros en libertad. Así que allí fuimos.

Cuando llegamos el sitio estaba vacío. No había nadie. Apareció una señora que nos dijo que sí, que había cientos de canguros en la zona, pero nuestra cara de incredulidad era enorme. No había rastro de ninguno. Bueno miento, rastros de ellos había. Estaba llena la zona de excrementos  pero no parecía haber ninguno cerca. La mujer nos dijo que solían aparecer todos sobre las cinco o seis de la tarde, pero era imposible que estuviésemos allí a esa hora. Así que nos pusimos a caminar por los greens para buscar uno. Y nada, no aparecían y cuando pensábamos que nos íbamos a volver sin verlos  de repente alguien pego un grito diciendo que los había visto. Nos acercamos y vimos una manada (no se si es la palabra adecuada) de ellos tumbados, descansando, comiendo y pasando el rato.

Cuando nos acercamos se pusieron en alerta, pero no huyeron. Se nota que estaban acostumbrados al contacto humano. Así que les hicimos unas cuantas fotos y los analizamos un rato. Ninguno de nosotros sabíamos que se apoyaban en la cola para desplazarse.


Tras la sesión de fotos continuamos con el siguiente objetivo Koalas.

Cuando íbamos en camino tuvimos que hacer una parada imprevista. Pasamos por Memorial Arch, que es la puerta que anuncia la famosísima carretera.  Es un monumento homenaje a los que construyeron la carretera y tuvimos que hacer las fotos típicas. Allí otra de las nuestras. Hay una zona de parada en la carretera para hacerse las fotos con sus zonas acondicionadas etc etc. Pues nada, llegamos nosotros y todo el mundo a lo suyo hasta que no se nos ocurre mejor cosa que salir a la mitad de la carretera para hacer bien la foto, bien centradita, composición perfecta etc etc. La gente que estaba allí nos miraba como llamándonos locos o cualquier cosa, pero al rato y viendo que teníamos fotos chulas y no había demasiado tráfico la gente se animó y empezaron a hacer lo mismo. Allí donde vamos llevamos el caos…….   Jijijijijiji.


Y tras dejar a la gente imitándonos continuamos camino porque la hora nos perseguía. Teníamos que llegar rápido a Kennett River que es el sitio donde nos habían dicho que había coalas.

Cuando llegamos fuimos también a tiro hecho. Sitio de carretera llamado Koala Caffe y donde pudimos comer algo rápido. Rápido y casi con miedo porque la mujer que nos atendió casi podemos decir que nos maltrató. Que carácter, nada mas llegar metiéndonos prisa que a ver que queríamos, casi casi nos gritaba, asi que optamos por pedir lo clásico y dejarnos de lios. Un fish and chips para compartir y una hamburguesa para cada uno. Que miedo….

A ver quien era el guapo que le preguntaba donde estaban los Koalas, todo el mundo se pasaba la pelota. Cuando nos sentamos a comer al sol, a Andres se le ocurrió que quería mas Ketchup así que se fue a pedírselo (tío valiente donde los haya) . Cuando vino nos dijo que se lo había cobrado (risas generalizadas) y que le había preguntado por los koalas. Le dijo que siguiendo el camino los encontraríamos. No hubo más y no se atrevió a seguir preguntado, mejor buscarnos la vida.


Cuando terminamos de comer cogimos el camino con pocas esperanzas de ver alguno, pero nada mas entrar en la ruta vimos uno. Allí estaba, encaramado en las ramas de un eucalipto y dormido, como se pasan 20 horas al día. Le hicimos unas cuantas fotos y continuamos a ver si encontrábamos uno despierto. Vimos un par más, pero muy lejos y también dormidos. Así que como se nos hacía tarde volvimos que aun nos quedaban 200 kms para nuestro destino final.

Íbamos al coche y a Gon, no se le ocurre otra cosa que quiere una foto del koala despierto y se pone a gritarle, pero nada ni se inmuta. Entonces decide que si no es por las buenas va a ser por las malas. (Por favor los ecologistas no leáis el siguiente párrafo).

Como a las voces humanas no responde, decide optar por las nuevas tecnologías y pone la alarma del teléfono a tope. Nuestra sorpresa cuando el koala se despierta y se empieza a mover. Risas generales y todo el mundo cámara de fotos en mano aprovechando el momento. En escasos minutos se vuelve a dormir y repetimos procedimiento. De repente aparecen unos güiris como nosotros y se acercan no se si pensando mira que tios mas listos despertando al koala o mas bien menudos hijos de p… que han despertado al animal. Por si acaso decidimos que es hora de irse.

Continuamos camino por la carretera hacia el destino final. Yo soy el que conduce todo el camino y el que disfruta de la conducción por esa carretera. La verdad es que es magnifica, para disfrutar de ella y los 400 kilometros y pico se hacen amenos, aunque hay momentos que te da el cansancio y para eso tengo a Andrew que se encarga de que vaya bien despierto; música, ruido, charla, gritos, preguntas y sus inevitables reflexiones. Esto merece un capitulo aparte…. Otro día.

La hora se nos pega y llegamos a los Doce Apóstoles con el tiempo justo de hacer unos cuantas fotos y volver porque el resto del equipo tiene que coger un avión y van justitos.

Hacemos las clásicas fotos rápidas. La verdad es que el sitio merece mucho mas tiempo del que nosotros le dedicamos y el atardecer allí tiene que ser espectacular, pero no nos lo podemos permitir. Algún día habrá que volver con tiempo para disfrutarlo, hacer fotos, bajar a la playa y ver la puesta de sol. Tiene que ser para recordar.

Pues nada, nos hacemos mas de 400 kilómetros para estar escasos veinte minutos, pero hay que volver. Y como yo ya estoy bastante cansado para conducir le paso el testigo a Molina para que conduzca él.
La vuelta va a ser por otra ruta mucho mas corta, casi la mitad, para regresar a Melbourne al aeropuerto de Tullamarine.

Le aviso a Molina que hay que parar a repostar porque no llegamos. Y aquí empieza el cabreo de Alberto. Cuando se lo dejo queda un cuarto de deposito, creo que suficiente para encontrar una gasolinera y repostar, pero al poco de ponernos en marcha sale la luz de reserva y el aguja se apoya en la parte inferior del marcador. Creemos que no tenemos gasolina y Molina nos quiere matar a todos.
Claro, Andres en vez de calmar la situación le dice que no se preocupe, que si un problema no tiene solución deja de ser un problema. El otro le quiere matar…. Todo lo que puede pasar es que nos quedemos tirados sin gasolina por una carretera en la que no pasa nadie, sin nada alrededor en muchos kilómetros, que además pierdan el vuelo y no puedan regresar a casa. Ademas que se tengan que pagar un nuevo billete de avión. Jejejejejejj casi nada. Molina cabreado como una mona, Andrés tensando aun mas la situación, Gon dirigiéndonos a gasolineras que no existen y yo dormido en la parte de atrás siendo medio consciente de lo que pasa pero sin querer despertarme por si acaso.

Pero al final todo se arregla y cuando la situación parecía mas desesperada, aparece una gasolinera y podemos repostar. Fin a mas de cuarenta y cinco minutos de agonía. Luego todos reconocimos que estábamos bastante acojonados. Yo un poco menos porque no tenía que volar, pero aún así la situación era peliaguda.

Cuando repostamos ya se estaba poniendo el sol y pude hacer una foto de la puesta del sol que es realmente bonita. Servirá para recordar la puesta de sol y el momento tenso que pasamos todos.


Pues ya poco mas que contar. Seguimos camino al aeropuerto, yo me dormí un buen rato, unos escuchando música, charlando y poco mas hasta llegar al aeropuerto donde dejamos el coche y mis compis se fueron a coger el avión y yo hacia mi hotel para pasar la noche en Melbourne antes de emprender camino al día siguiente a Sydney. Nos despedimos hasta Malaysia.

2 comentarios:

Ignigo dijo...

Que recuerdos !!!!, veo que has pasado por el faro de Queenscliff, la verdad es que merecia la pena.

En cuanto a lo que dices de los canguros, la verdad es que a mi tambien me costó encontrarlos.

Anónimo dijo...

Bonitas fotos....