Por primera vez en la historia
moderna la Fórmula 1 llegaba a Rusia más concretamente a Sochi lugar donde
pocos meses antes se han disputado los últimos JJOO de invierno.
Toda la familia de la F1 volábamos
aún traspuestos por el terrible accidente de Jules Bianchi en Japón.
En nuestro caso viajábamos de
Tokyo a Sochi vía Moscu en un largo viaje de diez horas y desde allí otra hora
y media hasta Sochi, donde llegábamos a última hora del día. El vuelo estaba
prácticamente formado por personal de F1, viajábamos gente de las teles,
pilotos, ingenieros de equipos, directores de scuderia y un largo etcétera.
Recordaba con algún compañero la gran diferencia de este vuelo con otros en los
que hemos viajado que también estaba compuesto en su gran mayoría por gente de
los medios. Este vuelo fue muy tranquilo casi casi ejemplar, pudimos leer, ver
alguna peli, dormir un rato…. Recordábamos otros vuelos charter de alguna
federación deportiva en los que la mala educación es lo predominante. Desde no
dejar descansar al que quiere, malos modos con la tripulación, alcohol en
exceso etc etc. Aún recuerdo mi último viaje de ese tipo en el que un “querido
fotero” sobrepasado por todo tipo de sustancias se empeño en no dejar dormir al
personal. Para más mala suerte mía me toco justo en el asiento de detrás mío e
hizo que mi paciencia se terminase y en un momento dado me girase y con los
ojos inyectados en sangre le amenazase con partirle sus extremidades si volvía
a dar un golpe a mi asiento. Tan mala leche me debieron de ver que sus propios
compañeros de medio que se lo llevaron a otra parte del avión donde siguió
dando el coñazo. Desde luego que no hecho nada de menos viajar en esos vuelos.
Cuando aterrizamos en Rusia procedimos
a lo habitual, recogida de equipaje, divisa y alquiler de coche. En esta
ocasión lo hacíamos a través de una agencia de viajes que nos proporcionaba los
coches. Ya días antes habíamos solicitado GPS y nos decían que no tenían así
que tuvimos que comprarlos nosotros mismos. Luego a la hora de la recogida del
coche nos hicieron firmar unos documentos en ruso sin ninguna traducción a otro
idioma que no daba nada de buena espina, más viendo que los coches tenían una
pinta sospechosa, parecían utilitarios normales que nos los alquilaban esa
semana. Algunas matriculas estaban puestas con bridas, en la guantera había CD
de música local, olían a tabaco, vamos que distaban mucho de ser el típico
coche de alquiler de las agencias habituales.
Esto que parecía un detalle
insignificante nos vino a indicar como era la realidad de este país.
Así llegamos al hotel cuyas
instalaciones estaban bien, eran nuevas y estaban limpias daban buena espina
hasta que intentabas conseguir cualquier cosa del personal del hotel. No se si
en alguna ocasión me ha tocado un personal tan desagradable como el de este
hotel. Parecía que les molestaba nuestra presencia porque todo eran malas caras
y malos modos. Cuando llegabas al desayuno y después de esperar un rato al ver
que no aparecía nadie te sentabas
y cuando llegaba la persona responsable del comedor te echaba una bronca sin
venir a cuento. Pedías algo que ya estaba agotado o casi y te miraban con mala
cara y se ponían a refunfuñar.
Otro día después de llegar de
trabajar intentamos pedir algo de cena en el bar del hotel y la camarera de
turno se empeño en jugar al juego del gato y el ratón. Iba a la barra a pedir y
ella se iba a la otra esquina de la barra. Te acercabas donde estaba ella y se
volvía a escapar y así hasta que te cansabas te cagabas en lo más barrido y le
tirabas la carta a la barra, con lo cual te ibas a dormir sin cenar y cabreado.
O la vez en que pedías la cena, no te servían todo y te lo cobraban y tenias
que volver a discutir con ellos.
No se si todos los hoteles de
Sochi son así pero el nuestro era desesperante. En mi caso algún día no cené y
en otras ocasiones salimos al pueblo más cercano Adler a cenar. Un día fuimos a
un sitio donde nos atendió una camarera que hablaba algo de inglés y nos
tradujo la carta haciendo un esfuerzo para que estuviésemos cómodos, aún cuando
había un grupo de música que estaba cantando en directo con el volumen a todo
trapo que impedía la conversación; y en otra ocasión encontramos un restaurante
asiático cuya cena fue muy correcta y además barata.
Para seguir con el carácter de
los rusos, todos los días teníamos que pasar grandes controles de seguridad al
entra al circuito. Todo el personal acreditado pasaba los controles, lo que era
un suplicio porque además no servían de mucho. No dejaban pasar cosas como
herramientas, con lo cual tenías que discutir diciendo que las necesitabas para
trabajar y después de un tira y afloja conseguías pasarla. En el caso de las
mujeres tampoco les dejaban pasar lacas, colonias, desodorantes, etc y lo mismo
después de discutir lo conseguías meter. Y el caso más gracioso era cuando te
prohibían meter todo tipo de comida al recinto. Y allí llegábamos nosotros con
comida para cuarenta personas. La pasabas por el scanner, los militares la
miraban con cara de incredulidad y el primer día dijeron algo pero cuando les
dijimos que no la íbamos a dejar allí y que la íbamos a pasar se quedaron sin
saber que hacer y la conseguimos pasar. El resto de días nos limitábamos a
pasarla por el scanner y pasarla sin darles pié a que dijesen nada.
Otra anécdota de los controles de
acceso me ocurrió con mi reloj. Al pasar el control tenias que demostrar que
los teléfonos, walkies o cualquier instrumento que llevabas funcionaba, luego
te miraban la acreditación te la ponían junto a la cara y comprobaban que eran
la misma persona, pasabas el arco y continuabas. Eso en el mejor de los casos.
En mi caso uno de los militares se encaprichó de mi reloj y pretendía que me lo
quitase y se lo diese. A lo cual me negué. Hice pasar varias funciones para que
viese que funcionaba pero insistía en quedárselo. El lo pedía en ruso y yo me
negaba en castellano, total no nos íbamos a entender de ninguna manera. El
volumen subía y yo me negaba, así que al final continué mi marcha y el ruso se
quedo sin reloj.
Al otro lado estaba un compañero
de DHL que me dijo que con el también lo había intentado y que tampoco le había
dado el reloj, pero que había visto como a otros si se lo habían quitado.
Conmigo lo intentaron otro día pero tampoco lo consiguieron.
Y para terminar con aventuras con
la policía rusa, un día iba camino del circuito con el coche por la carretera
habitual. Al final de un tramo me para un policía haciéndome ver que iba en
dirección prohibida. Le respondo que no que es el camino que marcan los
carteles hacia el circuito y el insiste en que no. Así estamos un rato. El que no habla ni inglés ni
castellano y yo que no hablo ruso, el dialogo es de besugos. Hasta que
finalmente le muestro mi acreditación, el cartel que señala el circuito, le
hago entender por gestos que es tarde y visto que no iba a conseguir sacarme
nada me deja continuar la marcha.
Así era el día a día ruso. Una
constante lucha contra los elementos y las circunstancias. La verdad es que fue
difícil.
Ya en lo que se refiere al
circuito en sí la verdad es que las instalaciones eran bastante cómodas para
trabajar, el TVcompound quedaba un poco alejado del paddok pero nada del otro
mundo.
Nada más llegar por primera vez
al circuito nos perdimos, y como el que conducía era nuestro editor Miguel y
nos encontramos justo delante de una de las entradas a la pista, decidimos dar
una vuelta a la misma.
Este circuito nos recordaba a una
mezcla de otros; tenía un toque al urbano de Valencia, había zonas que
recordaban a Korea, alguna curva a Estambul, la grada era muy similar a
Montmelo. Era una mezcla de varios y en opinión de nuestros expertos Joan
Villadelprat y Dani Clos con quienes también dí una vuelta al circuito es una
pista exigente para el piloto.
Y para ir concluyendo tres
imágenes.
La primera y para no solo
destacar aspectos negativos de los rusos, una foto de mi compañero Troyano de
las PitBabes de Rusia. No se como lo hizo porque yo estuve mucho tiempo en el
paddok y no conseguí verlas. Todas altas, rubias y muy guapas. Este es el
prototipo de las rusas, mujeres muy guapas a las que un carácter más dulce no
les vendría nada mal.
La segunda la prueba de que
conseguí el reto que para esta carrera
me había marcado nuestro realizador Albert Palau. Me había pedido
conseguir unos neumáticos para poder “vestir” un poco nuestros sets en el
paddok.
Ya me habían dicho que era muy
complicado conseguirlos ya que pertenecen a los equipos y no los suelen
prestar. Pero está claro que si me dan una pequeña pista de con quien tengo que
hablar, vas y le explicas lo que quieres y para que lo quieres es más fácil
lograrlo. Así que con un poco de persuasión logré el objetivo y fui nombrado
empleado del GP ;-) Otros
compañeros dicen que lo que estoy intentando es robar un coche pieza a pieza y
que he comenzado con las ruedas jejejeje.
Y la tercera es la celebración del
título de constructores del equipo Mercedes que consiguieron en esta carrera.
Durante la celebración estuve echando una mano a Iker y María además de los ENG
y en un momento que ya estaba todo un poco más calmado conseguí sacar una foto
de la efeméride.
Esto nos sirvió de entrenamiento
para lo que se avecina el día que unos de los dos pilotos del equipo Mercedes
se proclame campeón del mundo. Una locura. Aún recuerdo cuando Vetel se proclamó
campeón del mundo en 2010 en Abu Dhabi, la vorágine que viví junto con mi
compañero Alvarito. Todavía recordamos algunas anécdotas de aquel día.
Espero que este año estemos a la
altura y ofrezcamos una buena cobertura mediática.
El primer GP ruso ya se ha
terminado y ahora dos semanitas de descanso que las necesitamos para el final
de la temporada. EEUU, Brasil y Abu Dhabi nos esperan para poner punto y final
a la temporada 2014.
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