Semana loca. Así se podría
resumir esta última carrera en continente europeo antes de comenzar la última
parte de la temporada que nos llevará de nuevo al continente asiático y a
América.
Ya desde el comienzo del viaje se
veía que la semana iba a estar llena de pequeñas complicaciones. En el trayecto
de casa al aeropuerto ya fue un pequeño infierno gracias a un niño que no dejo
de llorar en todo el viaje y al que su madre no le prestaba la más mínima atención.
En el trayecto aéreo comenzamos
con un Bilbao – Paris que estaba repleto de familias que iban a rematar las
vacaciones con un viaje a Disneyland París, sitio al que por cierto esta
deseando ir desde hace años un amigo ya bien mayorcito para esa excursión, pero
que es su ilusión. Me estuve acordando de él en el viaje. Padres e hijos que ya
estaban planeando todas las atracciones en las que iban a montar, a los
personajes que querían ver y con los que querían fotografiarse y todo ello en
voz bien alta para que todos nos enterásemos, como si nos importase….
Luego llegada a Paris, con todo
lo que supone aterrizar en Charles de Gaulle (nada bueno) y retraso en el
siguiente enlace a Milán.
El último vuelo fue también de
esos de recordar. Me tocó cerca un “tierno” adolescente que no dejo de dar por
saco en todo el viaje, hablando alto, levantándose, molestando a las azafatas,
incordiando a sus padres (siempre digo que un cachete a tiempo soluciona muchos
problemas) y no dejando que el resto tuviésemos un vuelo tranquilo. Ya cuando
el comandante anunció que estábamos empezando la aproximación todo cambió. El
avión comenzó a descender y este chavalito empezó a sufrir en sus carnes el
cambio de presión atmosférica. Y sus oídos no debían de estar preparados para tan
brusco cambio así que empezó a sufrir los rigores del aterrizaje, con lo cual
siguió dando por culo al resto del pasaje. Además la persona que viajaba
delante mío le intentaba indicar como aliviar estos síntomas pero no atendía a
razones con lo cual el aterrizaje fue una tortura para él y para todos nosotros
indirectamente.
Aterrizaje en Linate y protocolo
de llegada no sin incidentes. Amenaza de perdida de equipaje por parte de Air
France (mi maleta procedía de Paris y casi vuelve allí) y a la hora de recoger
el coche, me toca la empleada que no lo tiene muy claro y me pone mil
impedimentos. Total que como ya era muy tarde y después del viajecito no me
apetecía en absoluto discutir más cedo a sus pretensiones y ya lo solucionaré
al día siguiente con la mente más despejada.
De ahí viaje al hotel y tras dar
unas vueltas hasta encontrarlo check in y a dormir, por hoy ya era demasiado.
Al día siguiente comienza el
proceso en el circuito, llegada de nuestro studio, búsqueda de su localización,
informe a las partes correspondientes e instalación del mismo. Todo más o menos
rápido y correcto que hasta me da tiempo de irme a comer con mis compis de A3 y
a echar unas risas. Hay cosas que por mucho tiempo pase no cambian, así que nos
reímos largo y tendido.
Por la tarde más de lo mismo y
sorprendentemente conseguimos terminar a una hora más o menos razonable, así
que decidí acercarme a Milán a dar una vuelta por la ciudad.
Una vez allí deje el coche en un
parking más o menos céntrico y me fui de paseito por la zona centro a ver de
nuevo el Duomo, la Escala, la opera etc, todo muy güiri. Paseo por la ciudad y
algo de shopping. En una ciudad donde todo el mundo va tan sumamente elegante
te entran ganas de comprarte un traje y ver si se te pega algo del estilismo
italiano. Es alucinante ver como tanto ellos como ellas van impecablemente
vestidos. Hay que reconocer que son gente elegante. Y ellas son especialmente
elegantes y guapas. Dan ganas de venirse a vivir aquí.
Tras varios paseitos me encontré
una calle en la que se había improvisado un concierto donde poco a poco nos
empezamos a reunir un grupo de gente hasta que hubo que cortar la calle al
tráfico porque ya era imposible pasar por ahí. Es una de esas cosas que
encuentras sin pretenderlo y que suman puntos positivos a la ciudad. Lo cierto
es que lo disfruté mucho.
Después de ahí a cenar y a
retornar al hotel. Cuando llegué a coger el coche me encuentro al hombre de
turno de la caja intentando explicar algo a un par de güiris. Mientras esperaba
me preguntó si hablaba italiano, a lo que de le dije que más bien poco y a ver
si le podía ayudar con las dos americanas.
Resulta que estas dos Yankees
habían perdido o les habían robado un bolsa en el parking y querían saber si
con las grabaciones de las cámaras podían ver que había sucedido. Total que al
final y tras un rato haciendo de interprete conseguimos que pudiesen volver por
la mañana siguiente después de haber presentado una denuncia en una comisaría
de policía para poder revisar las cámaras y aclarar que había sucedido.
Gracias a este incidente puedo
dar por bueno el dinero invertido estos meses atrás en mis clases de italiano.
Y cuando ya me disponía a retirar mi coche, el
amable señor del parking me pregunta si ya he pagado el impuesto de entrada a
Milano la famosa “Zona C”. Pongo cara de sorpresa y le digo que no se de que me
está hablando. Es entonces cuando me cuenta que por entrar al centro de Milán
hay que pagar un impuesto diario de 5€ y que si no lo abono antes de 24h tendré
que pagar una multa de 90€ que me retiraran de mi contrato del coche de
alquiler.
Así que me explica como debo
hacerlo. Tengo 24 horas para pagar sino quiero que mi excursión a Milano sea
excesivamente cara. Finalmente lo conseguí pagar al día siguiente gracias a la
ayuda de mi compañero Luca.
Ya el miércoles se presumía que
iba a ser un día más relajado con la llegada del resto del equipo, a los que
tenía que ir a buscar al aeropuerto, llegada al hotel, comida y circuito. Ya
debía de ser todo normal.
Pero esta semana estaba destinada
a complicarse momento a momento. Cuando después de recogerles volvimos al
hotel, nos dividimos para que cada uno se pusiese con lo suyo. Nuestro grupo
Alex, Rober, Pablo y yo decidimos acercarnos a Monza a comer, de allí hacer
compras e ir al circuito. No calculamos que cuando fuimos a comer a las 14:30
ya era demasiado tarde para los horarios italianos, así que después de dar
varias vueltas no nos quedó más remedio que ir a un centro comercial a comer en
algún establecimiento de sus galerías. No era lo que buscábamos pero era algo
de Fast-food o nada.
Y mientras comíamos surgió otro
problema a solucionar. Recibí la llamada de una de nuestras invitadas
preguntándome acerca de una grabación de la que yo no tenía ni idea y por la
que estaba bastante molesta. Así que me tocó entre bocado y bocado investigar
que había sucedido para intentar darle solución. Un malentendido que no costó
mucho aclarar y en el que hubo que tener mucha mano izquierda con todo el
mundo. Pero bueno, para eso estoy aquí para solucionar problemas sino me
echarían a la calle.
Problema resuelto, compra de
provisiones realizada y al circuito. Y allí surgió el enésimo problema. A pesar
de colocar nuestro studio en la que yo creía que era la mejor posición, llegó
la parte de realización y no les terminaba de gustar nuestras vistas así que
preguntaron la posibilidad de girarlo 180º con el fin de tener otras vistas.
Esto suponía que había que deshacer el trabajo de toda la jornada anterior y la
del día y empezar de cero y además a contrarreloj porque al día siguiente
teníamos directo desde esa posición. Reunión de urgencia y a deshacer lo ya
hecho. Quedaba una noche muy larga para los responsables del estudio y una
mañana contra el reloj para los técnicos que tenían que tenían que ponerlo de
nuevo técnicamente en marcha. Un durísimo trabajo para todos los implicados
pero que he de reconocer que no hubo ni una sola mala cara o mala palabra. Todo
el mundo aportó su granito de arena y al día siguiente a la hora prevista
estaba todo a pleno rendimiento. Gran trabajo de grandísimos profesionales
nuestros compañeros.
Llevaba media semana en Italia y
no había resultado especialmente fácil, ahora tocaba ver que iba a pasar el
resto de días. Y la verdad es que luego todo se tranquilizó y fue mas o menos
normal.
El jueves fue tranquilo, el
viernes me tocó ir a recoger al aeropuerto a nuestro nuevo colaborador Dani
Clos y después estar con Roberto Merhi que había debutado en la FP1 del Gran
Premio y que iba a pasar el fin de semana entre su nuevo equipo Carterham y
MovistarTV. Habíamos perdido a nuestro colaborador Jaime Alguersuari y habíamos
incorporado a Dani Clos y Roberto Merhi. Dos grandes fichajes que nos acercan
la F1 desde el punto de vista del piloto. Y además dos grandes tipos.
Y lo que restaba del fin de
semana ciertamente fue tranquilo. Todo más o menos según lo planificado, con
algún pequeño sobresalto que incluso se agradece para no bajar la guardia y
calor, mucho calor que hizo que terminase el fin de semana muy cansado pero
contento por el resultado logrado.
Ahora tocaba despedirse de la
parte del equipo que ya no viajará más con nosotros esta temporada. La gente
del autobús como le llamábamos nosotros, a pesar de ser un trailer articulado.
Al salir de Europa ya no viajan más con nosotros así que tocaba despedirse de
una parte de nuestro grupo.
Al resto me los volveré a
encontrar o bien la semana que viene en Singapore o bien a otros en USA, otros
en Tokio, otros en Nagoya…. Es curioso como en las despedidas vamos quedando
con la gente en distintos países como aquel que queda en el bar de debajo de su
casa para tomar un café. Ya llevo un tiempo en esto y aún me sigue pareciendo
que vaya quedando o haciendo planes con gente en distintas partes del mundo.
Falta un mes para nuestro viaje a
Austin y Brasil y ya estábamos algunos planificando una excursión a Dallas a
ver un partido de la NBA, con otros para cenar en un restaurante que debe ser
la bomba en Austin, otros en Tokyo para pasear, otros en Kyoto para
intercambiar información de que visitar, con otros en el aeropuerto JFk de NYC
para continuar viaje al siguiente destino……
Es increíble la suerte que
tenemos al trabajar en cosas que nos permiten viajar, conocer sitios, culturas,
vivir acontecimientos especiales y además siempre haciendo algo que nos gusta,
o más bien diría yo que nos apasiona. Porque como hablábamos esta misma semana
en una cena, nuestro trabajo es muy pasional. Te tiene que gustar mucho lo que
haces para poder seguir el ritmo, sino verdaderamente puede ser una tortura.
Somos realmente privilegiados por tener trabajo, por hacer lo que nos gusta, y
por poder vivir un montón de experiencias fuera del alcance de la mano de la
gran mayoría de la gente.
Próxima parada Singapore, sitio
alucinante.
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