Segunda visita a Austria, ese
pequeño y discreto país que se encuentra en el centro de Europa y del que como
me comentaba Carlos Castella un día, prácticamente nadie sabemos nada.
Ciertamente es un lugar muy interesante, con una frondosa vegetación y en el
que prácticamente nunca sucede nada.
Un lugar muy típico centro
europeo, donde todo esta perfectamente organizado y protocolorizado. Un sitio
que invita a la calma, al bienestar. La verdad es un sitio al que acudir en
busca de tranquilidad.
Pero para romper esa tranquilidad
llegaba por segundo año consecutivo hasta la localidad de Spielberg, a unos
80kms de la algo más famosa Graz donde nosotros teníamos nuestra base para este
gran premio.
En mi caso volaba de Bilbao a
Munich y de allí a Graz. Un viaje muy cómodo y sin sobresaltos como corresponde
a una aerolínea alemana (LH).
Una vez aterrizado el tiempo era
bastante lluvioso así que cogí el coche y me dirigí al circuito ya que había
que ubicar nuestro camión estudio. Un trayecto que habitualmente lleva poco más
de una hora, pero que por la climatología me costo algo más del doble. Así que
con paciencia y con muchísima hambre, me había levantado a las 04am y eran casi
las 15pm, fui a desempeñar la labor del día.
Sorprendentemente en esta ocasión
fue todo bastante fluido, así que cuando la cosa empezó a estar más o menos
clara me baje al pueblo de Knittelfeld a comer algo a un sitio que ya conocía
del año anterior.
Ya bien entrada la tarde y
después de adelantar algo de trabajo del día anterior volví a Graz, había que
hacer el check in en el hotel y salir a cenar, con el recuerdo de que todos los
establecimientos cerraban muy temprano y corría el riesgo de quedarme sin
cenar, así que rápidamente hacia el hotel. Una vez allí volví a darme cuenta
que estábamos en un lugar especial.
Por la mañana a la hora de coger
el coche llegué a la oficina de alquiler y el procedimiento fue muy sencillo.
Les dije que tenía una reserva y les deje encima del mostrado mi identificación
y mi carné de conducir. La chica que me atendió se extrañó al ver que tenía una
reserva de un día y que al día siguiente volvía a coger otro coche. Me preguntó
cual era el motivo, le explique que necesitaba poner un segundo conductor para
el coche y nos habían dicho que como tenía que estar presente a la hora de la
recogida lo habíamos hecho de esa manera, dividiendo la reserva en dos.
Enseguida lo entendió y me dijo que si quería podía coger ese coche y poner el
segundo conductor al día siguiente cuando llegase sin necesidad de cambiar el
contrato ni de vehiculo. Sorprendente cuando en otros lugares casi te piden una
muestra de sangre para poder hacer el alquiler. Le dije que adelante y me dio
directamente la llave del coche. Ni me cogió la identificación ni el carné de
conducir ni nada de nada. Todo extrañamente sencillo.
A la hora de hacer el check in en
el hotel más de lo mismo. Llegué, les dije que tenía una reserva a mi nombre y
enseguida me dieron la habitación que ya estaba preparada y únicamente me
hicieron firmar un papel de entrada. En esta ocasión tampoco me pidieron
identificativo alguno.
Da gusto cuando te encuentras
cansado y todos estos procedimientos van así de ágiles.
Llegué a la habitación y después
de dejar las maletas y lavarme la cara me fui directamente a cenar, eran cerca
de las 21h y corría el altísimo riesgo de quedarme sin cenar, así que me bajé
al centro a buscar algo para cenar rápidamente y poder meterme en la cama.
Fue relativamente sencillo cenar,
tiré de clásico currywurst y napolitana de chocolate y a dormir.
Cuando volvía hacia el hotel me
resultó curioso un paso de cebra que había en el centro. Otra vez el método
austriaco. Todo perfectamente organizado para que no haya dudas y todo fluya
perfectamente.
Insisto es un país en el que se
dejan pocas cosas al azar y que para la mentalidad mediterránea puede llegar a
ser aburrido, pero al menos es sorprendente.
Un hecho curioso sucedió el
sábado que me hizo ver hasta que punto somos tan diferentes. Estaba por el
paddock haciendo alguna gestión cuando me dijeron que había habido un atentado
en Graz. Al principio pensé que me estaban tomando el pelo, en un sitio tan
organizado no te esperas algo así, y cuando me dijeron que era cierto buscamos
noticias en prensa y efectivamente. Un loco había empotrado el coche contra una
multitud que estaba viendo un acto en la plaza central de Graz, a esa misma
plaza donde yo solía acudir cada noche a cenar, y después salió del coche y con
un cuchillo empezó a asestar puñaladas a la gente. Una locura.
Esa noche habíamos quedado unos
cuantos para cenar y camino del restaurante pasamos por la plaza. Había un
silencio sepulcral. Había una enorme cantidad de gente concentrada reprochando
el atentado pero con un respeto enorme. La plaza cerrada, con algo más de
presencia policial que otros días el tráfico cerrado, pero todo muy sobrio, muy
natural.
En ciertas esquinas de la plaza
habían depositado velas para recordar a las victimas y como símbolo de respeto.
La verdad es que imponía respeto.
En cuanto al resto de semana en
el circuito, la verdad es que ha sido una de las más calmadas que recuerdo. Muy
pocos sobresaltos y al tenerlo todo más o menos organizado con anterioridad
había poco margen a la improvisación.
Uno de los actos más destacados
fue el paseo-entrevista que nos concedió Fernando Alonso el jueves.
Una entrevista de casi media hora
en la que nos hizo un brevísimo recorrido por su historia en la F1. Una cosa
bastante interesante.
Luego en lo que en actividad en
pista se refiere, la verdad es que ninguna sorpresa. Como siempre los Mercedes
marcando la pauta y el resto intentando pelear por ser terceros. Un susto
destacable fue lo ocurrido nada más comenzar la carrera cuando a las pocas
vueltas un accidente hizo que el McLaren de Alonso se subiese literalmente al
Ferrari de Kimi. A posteriori y visto a cámara lenta te das cuenta que
efectivamente esta gente se juega la vida en cada carrera, por lo que el
respeto ante ellos es máximo.
Y así concluía un muy tranquilo
GP de Austria. El lunes muy muy tempranito volvía a casa. Después de trece años
tenía la oportunidad de celebrar mi cumpleaños en casa. Siempre me toca estar
en algún evento muy lejos de mi casa así que esta vez al ver que podía regresar
a casa y hacer una pequeña celebración el madrugón no costó tanto.
Un detalle fue el de la
tripulación del vuelo de Lufthansa que me llevaba a casa. Me dejaron una
felicitación y un regalito al ver que era mi cumpleaños. Esos pequeños detalles
son los que marcan la diferencia.
Y así volvía a casa, cuando
además me encuentro con la sorpresa de encontrarme en Alemania con un compañero
y amigo, Juan Cruz, que volvía de San Marino de hacer Superbikes. Tarde o
temprano tenía que pasar que los miembros del club “isotermos por el mundo” nos
encontrásemos en algún aeropuerto del mundo. Es más fácil que nos encontremos
en algún aeropuerto perdido del globo que en casa y eso que todos los miembros
del grupo vivimos a menos de 80km unos de otros. Únicamente nos vemos en una
comida que organizamos allá por diciembre cuando las temporadas de coches y
motos han finalizado.
Ahora estos día a descansar en
casa y a preparar el siguiente GP en Silverstone, una de las cunas del
automovilismo y el sitio con los aficionados más entendidos.
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