Si
la semana pasada comenzaba diciendo, Japón que gran país, esta semana tengo que
decir más bien lo contrario. Rusia, que país más complicado.
Ya el año pasado nuestra aventura rusa fue complicada por lo
que veníamos ya con las expectativas más bien bajas, así nuestra sensación de
fracaso se vería mitigada.
El
viaje desde Bilbao es más o menos cómodo, haciendo escala en Estambul y de allí
a Sochi. Lo complicado comienza después cuando llegas y te encuentras con el
control de inmigración ruso. Antes de eso ya tienes que haber conseguido una
carta de invitación al país para así poder tramitar un visado. En mi caso la
primera vez que lo solicité me fue denegado porque en mi pasaporte no había
páginas suficientes en blanco para poder poner el visado, así que tuve que usa
un segundo pasaporte para hacer la solicitud de visa.
Una
vez allí hay que pasar el obligado control de inmigración y de pasaporte, que
ya lo hacen complicado ya que únicamente llegó nuestro avión y el tramite se
demoró bastante más de lo deseado, con las correspondientes malas caras de los
funcionarios rusos.
Nuestro
vuelo llegó a eso de las tres y media de la mañana y hasta las cinco de la
mañana no pudimos llegar al hotel ya que previamente nos habían perdido los
trípodes de los cámaras, la gente que debía revisar el cuaderno ATA no estaba
muy por la labor de hacerlo eficazmente, el personal de la compañía de alquiler
de coches se empeñaba en fotocopiarnos una tarjeta de crédito a lo que me negué
en rotundidad ya que todo estaba previamente pagado y asegurado por la agencia
de viajes y un largo etcétera de cosas que hizo que la entrada no fuese
precisamente triunfal.
Ya
el grado de cabreo a esas horas es grande, además llevas ya muchas horas sin
dormir y cuando lo que deseas es hacer el check in en el hotel y dormir, la
recepción del hotel demora el proceso innecesariamente con lo cual empiezas a
cagarte en lo más barrido con la mala suerte de que a pesar de ser el ultimo no te percatas que una de las
recepcionistas que además me atiende, habla castellano y ha estado escuchándome
durante quince minutos cagarme en todo lo que se movía con lo cual cuando
llegas al mostrador y te saluda con un “buenas noches” y sigue hablando en
castellano piensas que ese no va a ser tu mejor día y que vas a dormir en una
cama con pulgas. Menos mal que normalmente nuestras habitaciones ya están
preasignadas y no pudo meterme en un cuchitril sino estoy seguro que lo hubiese
hecho.
Al
día siguiente empezaba la segunda parte de la aventura. Recordábamos del año
anterior que los controles para llegar al circuito eran rigurosos con lo cual
ya íbamos mentalizados, pero este año resultó todo mucho más sencillo. El
primer dia no hubo casi ningún control y el resto de días apenas tuvimos problemas
a excepción de una noche que ya de vuelta al hotel me empeñé en meterme por un
camino que yo creía mejor para no tener que hacer un par de ilegalidades y
resultó que me metí en la boca del lobo y tuvimos que pasar un control muy
heavy tanto de pasajeros como de equipaje y del vehículo. Mis acompañantes
tuvieron argumentos mas que de sobra para darme palos el resto de la semana,
todos elos bien merecidos por otra parte.
Nuestro
siguiente problema era cenar. El año anterior no había nada en los alrededores
del hotel, únicamente podíamos cenar en la cafetería del hotel o teníamos que
coger coche para ir al centro a cenar, cosa que no nos apetecía demasiado. Aun
recordaba mis peleas con las camareras que consiguieron sacarme de quicio e
incluso a alguna le tire la carta ya que no se dignaba a atenderme. Así que la
primera noche fuimos con mucha templanza a ver que pasaba. Lo que nos
sorprendió fue lo suaves que estaba todo el personal del hotel. Había algunos
empleados que estaban la vez anterior pero en esta ocasión es como si fuesen
otras personas. Te atendían con mas o menos cortesía y no te gritaban cosa que hacían anteriormente.
Era
un comentario generalizado en el paddock este año, parecía que había una
consigna para que los rusos fuesen más amables e intentasen agradar porque se
notaba un cambio como de la noche al día. En todos los sitios eran más simpaticos
todo indicaba que fruto de las airosas quejas que todos pusimos la temporada
pasada. Siguen sin ser los más amables del campeonato pero al menos ya no son
desagradables que no es poco.
Por
lo demás para nosotros fue un GP más, sin mucho destacable a parte de que el
cansancio ya se empieza a notar y todos estamos un poco más tensos. Algunos ya
están empezando a descontar carreras sinónimo de que estamos ya todos deseando
que termine la temporada y descansar y perdernos de vista un tiempo más o menos
largo. Tantos días juntos hace que necesites perder a tu familia postiza de las
carreras.
El
siguiente viaje va a ser duro, vamos a USA y de ahí directamente a México,
carrera nueva en la que no sabemos que vamos a encontrarnos y de ahí algunos
empalmaremos con Brasil a pesar de que hay una semana por medio nos quedamos en
México con la idea de quitarnos un par de vuelos transoceánicos y poder relajarnos
para las dos ultimas carreras Brasil y Abu Dhabi donde esperamos terminar sin
mayores contratiempos.
Al
margen de lo cotidiano de las carreras, esta semana hemos vivido una
circunstancia de esas que te hacen replantear unas cuantas cosas.
En
nuestro mismo hotel estaban los integrantes de algunas escuderías entre ellas
Toro Rosso y nuestro piloto Carlos Sainz. Al margen de la relación que
habitualmente tengo con el y su entorno esta semana coincidíamos en el hotel y
ya el primer día vino a saludarnos a todo el equipo, estuvimos charlando y bajo
otra atmosfera distinta a la del circuito. El jueves en la habitual entrevista
que tenemos con él, partió de el la idea de hacer alguna broma a nuestros
presentadores, jaleada por su jefa de prensa. El problema era que solo teníamos
un par de minutos para prepararla y no se nos ocurría nada gracioso al margen
de algo que ya teníamos hablado pero para otro momento. Total que fuimos a la
entrevista riéndonos los tres apurando hasta el último minuto la gracieta que podíamos
hacer. No se nos ocurrió nada pero nos
partíamos de risa. Ya es habitual que mis compañeros me pregunten de que
solemos ir hablando los tres que tanta gracia nos hace y mi respuesta es
siempre la misma, nos vamos riendo porque hay que intentar pasárselo lo mejor
posible y además entre los tres ha surgido una complicidad que da pie a ello.
Nada tiene que ver con la arrogancia de otros deportistas que por mucho tiempo
que pases con ellos no les consigues sacar una palabra y mucho menos una
sonrisa. Este no es el caso, Carlos es un tío muy agradable que esta de buen
humor, disfrutando de esta aventura en la F1 y que además a mostrado en muchas
ocasiones que es además una buena persona y agradecida con todo su entorno.
Pues
bien, fruto de esta relación vas cogiendo cierto cariño a las personas y los
sientes como uno más de lo que yo llamo la familia de la F1.
Ese
mismo jueves por la noche estábamos en el hotel parte del equipo nuestro
charlando y cenando algo en el hall cuando llegó Carlos con su representante
Borja y con nuestro compañero Andy Soucek.
A pesar que el ya había cenado se sentó con nosotros y estuvimos
charlando de todo un poco, una cena de lo más cordial.
La
circunstancia a la que me refería al principio era el accidente que Carlos tuvo
en la sesión de libres del sabado. A mi me pillo fuera del circuito y tenia el
walkie escuchando nuestro programa cuando escuché el accidente de Carlos, lo
primero que pensé fue que mala suerte había tenido y esa sensación de disgusto
cuando algo le va mal a alguien a quien aprecias.
Pero
lo peor de todo fue cuando empiezas a escuchar a nuestro equipo de narración
las circunstancias del accidente, escuchas que no saben que ha pasado, que no
ven al piloto, que creen que esta aún en el coche y que el coche se encuentra
bastante tocado. Ahí el nerviosismo empieza a crecer, yo me preocupaba porque
además no podía ver las imágenes de lo que estaba pasando, ves que pasa el
tiempo y que dicen que el piloto sigue sin aparecer ni hacer gestos, la tensión
se incrementa por momentos, una sensación de miedo te va atrapando. Dieciséis
largos, eternos minutos en los que no hay noticias claras , en los que ves a
todo el mundo muy preocupado, corriendo sin saber que ha sucedido, su equipo
muy alterado, por fin le llevan al centro médico y ahí la angustia sigue
creciendo, escuchas todo tipo de noticias; una persona a la que conoces y con
la que has estado cenando la noche anterior ha sufrido un gravísimo accidente
con un coche de Formula 1 en una zona muy rápida y las primeras imágenes que
ves no presagian nada bueno.
Todo
nuestro equipo estaba especialmente afectado, incluso una vez pasado todo
alguna de nuestras periodistas confesaba que a punto había estado de echarse a
llorar en directo.
Finalmente
todo quedó un enorme susto. Toda esta tensión empieza a desaparecer cuando ves
al afectado en una camilla totalmente inmovilizado, siguiendo el protocolo
médico, que es evacuado en un helicóptero a un centro médico para seguir con
las pruebas médicas, pero que para tranquilizar a todo el mundo ves como
levanta el pulgar en señal de que todo esta bien. Además escuchas testimonios
de primera mano de conocidos como es el caso de nuestro compañero Rubio,
fotógrafo que se encontraba en la zona del accidente, que dice que ha hablado personalmente
con el y dice que se encuentra bien.
Fueron
momentos muy tensos en los que todos lo pasamos muy mal, no quiero pensar como
lo estaría pasando de mal su familia a más de cinco mil kilómetros y viéndolo
por la tele.
Circunstancias
que te hacen reflexionar de lo duro que es este deporte en el que se juegan la
vida cada vez que se suben al coche y lo aún más grandes que son cuando nunca
tienen un mal gesto contigo, cuando a pesar de que pueden suceder todas estas
circunstancias se prestan a hablar contigo en directo a escasos minutos de
comenzar una carrera.
Todo
esto hace que les cojas un aprecio especial y los sientas como uno de los
tuyos.
No
solo ellos sino que su entorno, quienes a pesar de las circunstancias les
intentas sacar más información de la que incluso ellos disponen y nunca te dan
una mala palabra. En mi caso hablé con Tabatha su jefa de prensa y con su
manager Borja y además de darles los correspondientes ánimos les agradeces que
te faciliten el trabajo en lo posible. A mi me contestaron los mensajes que les
envié y una vez pasado todo cuando te acercas a hablar con ellos no se limitan
a darte la respuesta standard para que les dejes tranquilos sino que charlan
contigo como si fueses uno mas de ellos. Solo puedo darles las gracias por ser
como son.
Sin
duda alguna la mejor noticia de todo el fin de semana fue ver como el domingo
por la mañana prácticamente 24 horas después del gravísimo accidente ves a
Carlos Sainz que da una multitudinaria rueda de prensa en la que afirma que va
a participar en la carrera un par de horas después ya que se encuentra en
condiciones de hacerlo y dispuesto a luchar por una buena actuación.
Grandísima
lección la que hemos aprendido todos esta semana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario